A veces no damos importancia a si nuestro hija o hijo gatea o no y a la forma en que lo hace. Sin embargo, la etapa del gateo es básica para el correcto desarrollo del cerebro del bebé. Es importante dejarles gatear libremente, permitiéndoles descubrir y explorar el entorno.

Pero ¿Por qué es tan importante gatear?

Exponemos algunos de los motivos, aunque no los únicos:

En primer lugar, al gatear correctamente (mano derecha, pierna izquierda, y viceversa), el bebé sincroniza movimientos con sus dos partes del cuerpo y, por tanto, estamos desarrollando el patrón cruzado.

Un lado del cuerpo se encuentra en equilibrio mientras el otro lado busca otro punto de apoyo. Este movimiento facilita el desplazamiento organizado y el equilibrio del infante.

Además, es una posición saludable para las criaturas, ya que si recurren al conejeo (gatear dando saltitos con el trasero) o al arrastre, además de otros posibles problemas cognitivos, pueden sufrir de la columna y falta de tonificación en algunos músculos que no utilizan.

Por otro lado, a través de este mismo movimiento, se establecen conexiones entre los dos hemisferios del cerebro, facilitando el intercambio de información esencial entre los mismos.

, facilitando el intercambio de información esencial entre los mismos.

Estas conexiones son esenciales para la maduración de funciones cognitivas como la capacidad de aprender, recordar, organizar, planear, resolver problemas, concentrarse, entre otras. Además, esta conexión entre hemisferios facilita la futura lateralización, en la que una parte del cuerpo se convierte en dominante.

El hecho de enfocar continuamente los dos ojos hacia el suelo y hacia delante conlleva un ejercicio muscular que desarrolla la visión y previene problemas visuales como los ojos vagos o el estrabismo. Además, el gateo precisa de una coordinación entre los ojos y las manos, lo que facilita posteriormente la lecto-escritura.

En definitiva, el gateo es absolutamente conveniente para un correcto desarrollo cognitivo y motor.

¡No debemos tener prisa por hacerle andar! Sabemos que es un momento muy ansiado por las familias y surgen comparaciones, bienintencionadas, que no hacen bien ni a las familias ni, por supuesto a las criaturas. ¡Cuántas veces hemos visto en situaciones tan cotidianas como el parque, donde la persona cuidadora se empeña en poner a andar a bebés que no tienen las piernas preparadas!

No te preocupes, más pronto que tarde lo hará por sí mismo, cuando su ritmo madurativo le indique que está preparado.

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